20 de abril de 2021

Antonio Valderrama
2 min readApr 20, 2021

Todo lo que contiene la primavera. El aire preñado. La tierra de los campos recién labrados, roja como la pared de una casa de putas de Pompeya. Una golondrina que me persigue volando en círculos alrededor de mi bicicleta. Unas manos llenas de nudos que injertan una vid. El mar brillando como un diamante. Un gato del color del azúcar cruzando delante de mí con un ratón en la boca, todavía vivo, y otro del color de la canela desjarretado a la vera del camino, entre la tierra revuelta por una azada. Clavellinas naranja Aperol, gordas como dedos de marinero. Un cordón de esponja y algodones atravesando de puntillas el horizonte sobre la playa de Micaela. Unos patos surcando una acequia con una ristra de patitos iguales a dientes de ajo. La danza interminable de los gorriones. El capote de Belmonte enrollándose en tus piernas jónicas. La abubilla que me espera todos los días para alzar el vuelo ante mi vista, ufana, coqueta. Cilantro. El sol estallado por entre las palancas de la higuera, eco del Big Bang. Los caracoles, que emergen del centro de la tierra como criaturas prehistóricas para tapizar los invernaderos huyendo inútilmente de la olla. La espuma de las olas recogiéndose tras el burladero de los corrales. Salir un sábado al mediodía a tomar el vermú, con tu mano en la mía y la cartera de un rentista. La buganvilla hecha auditorio donde los pájaros tocan su sinfonía cósmica. Leer a Pla e imaginar a los griegos desembarcando en Rosas, saltando directamente de las trirremes a mi cocina. Follar entre los eucaliptos. El champán del Universo chorreando por los pechos de la Creación cada mañana. La chova en adobo. Gloria Lasso cantando Luna de miel. El verde índigo de un campo sembrado de puerros, ondulando con el viento de Levante como si fuera el mar a las tres de la tarde. Beber al sol. El cielo azul Francia. Los niños jugando en los parques hasta que se hace de noche. La brisa clara. Los días largos del color de la canela molida. Una danza de dragones anunciando cada crepúsculo. Tú bajándote del coche con esa sonrisa de la que cuelgan cascabeles. Música. La vida en torrente por el circuito circulatorio de la ciudad. Negronis y berberechos. El Madrid otra vez en semifinales de la Copa de Europa. Un picadillo colmado por una lata de caballa en aceite de oliva. Los mirlos haciendo guardia en la copa esmeralda de los pinos. El ayer y el mañana del mundo contenido en la tiza blanca de tus ojos cuando me miras y aún no es de día, pero tampoco es ya de noche.

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